Tal como os prometimos ayer, este es un ejemplo practico que ilustra el tema:
Mamá: Cariño ha venido tu abuela María. Ve a darle un beso.
Niño: No quiero.
Mamá: ¿Cómo que no quieres? Esto está mal. ¡Eres un niño malo!: La abuela María te quiere mucho y tú no la quieres. Mamá no te querrá tampoco.
A partir de aquí puede haber dos opciones o el niño monta un pataleta del tipo: ¡eres tonta y la abuela maría también! y ya la tenemos liada. O bien, ante la idea de perder el amor de su madre, va y le da un beso la abuela, a lo que su madre responde: “¡Que bien! Así me gusta ¡Qué bueno eres!” con lo que el niño aprende que es bueno cuando no se porta como él siente y que solo obra bien cuando hace lo único que quiere su madre. Es decir, se nos quiere cuando disfrazamos nuestros sentimientos.
Ninguna de las dos soluciones es correcta, porque en ningún momento hemos evitado atacar la personalidad del niño (eres malo) y hemos valorado su conducta (esto esta mal o esto está bien). Si en lugar de ello hubiéramos entendido sus emociones, a pesar de mostrar nuestra disconformidad, el resultado podría haber sido:Mamá: cariño ha venido la abuela María . Ve a darle un beso.Niño: No quiero.Mamá: Vaya, parece que no te apetece dar un beso a la abuela. (reconocemos sus sentimientos).Niño: Sí.Mamá: Cuando las personas van de visita a casa de otra se les da un beso de bienvenida, aunque en ese momento no se tengan muchas ganas ¿lo sabías?Niño: No. (Y si dice que sí, es lo mismo).Mamá: ¿vamos pues a darle un beso de bienvenida a abuela María ?(Sí dice que No....)Mamá: El hecho de que no se lo des me disgusta, porque en esta casa intentamos que la gente se sienta bien. ¿Qué podemos hacer para que la abuela se sienta bien sin tu beso?Niño: le diré hola y le tiro un beso.Mamá: Me parece que has encontrado una solución que nos va a gustar a todos. ¡Vamos!
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